MEDINA GUTIERREZ ANGEL ALFONSO

Padre de 3 hijos de 2, 6 y 8 años decidió junto a Asunción, dejar Buenos Aires, y trasladarse a Monteros, donde vivían sus ancianos padres, “para disfrutar de una vida familiar más intensa y más tranquila”.

“Lito” como le decían, “era muy buen compañero y una excelente persona” “siempre con sus ideales socialistas”, dicen los que lo recuerdan en la sucursal.

El 27 de septiembre de 1976,  la familia estaba reunida festejando su cumpleaños y cuando iban a cortar la torta, el ruido de los tacos de unas botas los ensordeció.  Gritos e insultos comenzaron a confundirse con el llanto de los chicos y en medio de la confusión se llevaron a Medina y hasta hoy permanece desaparecido.

Para entonces, Tucumán era una zona militarizada y especialmente en los pueblos, se ejercía un fuerte control social.  Allí convivían (y conviven actualmente)  víctimas y represores, todos sabían quién era quién, pero nadie se atrevía a decir nada.

Como sucedió en casi todos los casos, Asunción al día siguiente fue a preguntar al Banco, a la iglesia y a los cuarteles, llegó a pasar 24 hs. en la puerta de un despacho militar, para que alguien le dijera donde estaba su esposo.  Pero nadie sabía nada.  Nadie se atrevía ni siquiera a mirarla a los ojos.

A pesar del miedo, los compañeros del Banco encontraron una forma solidaria de apoyar a la familia, todos los meses hacían una colecta que entregaban a escondidas, hasta que, según dijeron a Asunción, les advirtieron que si seguían ayudándola, “les iba a pasar lo mismo que a Medina”.   La colecta se terminó.

A la angustia por la ausencia se agregaron los problemas económicos, los prejuicios sociales, y el temor de ser “señalados por juntarse con…”.  De familias muy humildes nadie podía ayudarla más que con un plato de comida, pero Asunción era joven y comenzó a trabajar en doble turno y en lo que fuera.  “ya no se trataba de mí, sino de los 3 niños”.

Desde ese 27 de septiembre “la Negrita” continúa exigiendo saber de su esposo y es querellante en la causa contra el general Antonio Bussi,  “hasta que no sepa qué pasó con mi marido lo seguiré esperando, jamás voy a aceptar que esté muerto si no tengo su cuerpo”.

“En Monteros nos conocemos todos y más de uno baja la cabeza cuando se cruzan con mi mirada, pero yo todavía me pregunto si alguno de ellos sabrá algo de lo que pasó con Lito”.

Ángel  Medina es abuelo de 6 nietos.  Su hijo menor, Juan  Marcelo, desde el año 2004, también es empleado del Banco Nación.

(Biografía aportada por la Comisión de Empleados del Banco de la Nación Argentina por la  Memoria, la Verdad y la Justicia)