BARBANO ABRIL ALFREDO GUILLERMO

Oriundo de Pergamino, allí vivía con sus padres y hermano.  Mientras cursaba el “normal” conoció a Susana, con la que más tarde formaría una familia.

Después de terminar el secundario decidió estudiar Agronomía en La Plata. Mientras tanto seguía manteniendo su relación con la novia del secundario. Al tiempo decidió que esa carrera no era para él y llenó de ideas nuevas volvió a Pergamino.

Susana ya no estaba, su padre, Gerente de la sucursal de ese lugar, había sido trasladado a Córdoba y con él toda su familia. Decidido y seguro como era, pronto realizó su elección, su futuro suegro lo hizo entrar al Banco y al tiempo, se casó con Susana, su novia de siempre.  Más tarde vendría Soledad, la única hija de ambos.

Tan intensa como su forma de ver la vida fue su compromiso social.  A pesar que en el año 75 “el clima político se enrarecía” continuó con su militancia activa e inclaudicable.  Respetado y valorado por sus compañeros no tenía la misma relación con la conducción de su Sindicato que él llamaba “burocracia”.

El 16 de marzo de 1976 Alfredo fue secuestrado y aún permanece desaparecido.  Ante la falta de respuesta de su paradero y el de otros bancarios, se paralizó la actividad en la ciudad, sin embargo, esas medidas tuvieron que ser levantadas por la falta de aval de la Asociación Bancaria. (Ver recorte del diario).

Así comenzó para Susana y para Soledad de tan solo un año y medio, un largo camino de preguntas sin respuestas.  En la sucursal Córdoba, todavía algunos recuerdan esa imagen desgarradora queriendo saber algo del ser querido.

Pronto recibirían noticias del Banco: un telegrama dirigido a Alfredo Barbano intimándolo a  presentarse en 48 hs. o de lo contrario quedaría cesante por abandono de puesto” (Art. 25 del Estatuto del Personal del Banco – ver panel 2) y al poco tiempo, otra intimación “cancelar el préstamo hipotecario para la vivienda bajo amenaza de ejecución”.  Susana aún conserva esos documentos.

Sin su compañero, con una pequeña niña que preguntaba por su padre, con un Banco que parecía no haberse enterado de nada, Susana Pizarro, solo encontró en  la ayuda de sus padres, el apoyo para no perder también su vivienda.

De allí el asombro y desconfianza cuando recibió el llamado de la Comisión por la Memoria, preguntándole si vendría a recibir la medalla que por 25 años de servicio le hubiera correspondido retirar a Alfredo.  Su duda se despejó totalmente,  cuando recibió la invitación oficial del Directorio del Banco.

Cuando el 26 de octubre del 2003 con todo el Directorio de pie, la Lic. Felisa Miceli entregó a su familia la medalla por 25 años de servicio con el nombre de Alfredo Barbano grabado, sentimos que la verdad histórica comenzaba a poner las cosas en su lugar: que “Fredy” jamás había abandonado su puesto de trabajo, que no podía cancelar el préstamo de la casa familiar porque otros, por primera vez en su vida, habían decidido por él y que el paro que hicieron sus compañeros ante su desaparición no fue “subversivo” sino una legítima defensa ante lo que vendría después.

Por todo ello es que decimos con orgullo que Soledad, su única hija, desde el 2004, como su padre, forma parte de la Institución.