PELLEGRINI DRUETTO JUAN CARLOS

El “narigón” era un tipo “idealista, macanudo, compinche y buen compañero, podías pasar horas hablando con él” cuentan quienes lo conocieron, pero así también “cariñoso y familiero”, muy apegado a su madre y a todos sus afectos. Características que jugarían un rol definitorio en su vida.
Vivía con sus padres y hermana en Merlo – prov. de Bs. As. – en un barrio de trabajadores y desde chico manifestó su rebeldía ante la injusticia y la desigualdad y se involucró en cuanta actividad requiriera de participación: fue delegado escolar, colaborador en la Sociedad de Fomento, delegado de la sucursal y militante político junto a otros compañeros de la misma sucursal.
Su militancia comprometida y la certeza de que en el Banco corría peligro su vida, renuncia tiempo antes de su desaparición, .
“el se podría haber ido a España, tenía todo preparado, pero no quiso hacerlo sin despedirse de su madre”, nos cuenta su prima Susana con mucha tristeza pero una profunda admiración, “mi papá (que lo hizo entrar al Banco) lo vio un día dando vueltas alrededor de la estación de Merlo, para encontrar “el” momento y poder darle un último beso y abrazo a su madre antes de irse, “andate Juancito, le aconsejó, la casa de tus viejos está siempre vigilada ” continúa el relato, pero por eso de los afectos, Juan Carlos no se fue.
En medio del clima del Mundial del 78 se casó su hermana y otra vez el impulso afectivo fue más fuerte que el instinto de superviviencia, un telegrama de felicitaciones “disculpándose por no poder estar presente” fue lo último que se conoció de él: el 5 de julio lo secuestran en la zona de Congreso y hasta hoy permanece desaparecido.
Buscando ese abrazo pendiente, a partir de ese día su madre, Estela Druetto de Pellegrini, comenzaría a dar vueltas alrededor de la pirámide de Mayo junto a otras madres que como ella, querían saber donde estaban sus hijos. Hoy a los 84 años, todavía espera, pero lo que espera ES JUSTICIA.

(Biografía aportada por la Comisión de Empleados del Banco de la Nación Argentina por la Memoria, la Verdad y la Justicia)

Banco Nación sucursal Morón – Baldosa

Construir colectivamente Memoria es una tarea necesaria y compleja que requiere de la participación de los distintos sectores que integran la sociedad para que resulte un aporte para el diseño de una nueva sociedad mas justa y equitativa sin impunidad.

En la permanente intención de encontrar nuevas formas de recuerdo y homenaje a los militantes populares víctimas del terrorismo de Estado, organizaciones de DDHH como Barrios por la Memoria, Verdad y Justicia Zona Oeste han puesto en práctica una novedosa y participativa forma de construir literalmente Memoria: elaborar entre familiares, amigos y militantes una baldosa para colocar en la puerta de la casa donde vivió, en el lugar que trabajó, en la escuela que estudió, etc. el compañero desaparecido.
En este caso, nos propusieron colocar una baldosa en la puerta del Banco – sucursal Morón – donde trabajó nuestro compañero Juan Carlos Pellegrini, quien desapareció el 5 de julio de 1978.
Con ese interés participamos el sábado 21 de agosto de una intensa jornada: junto a Ana María, la hermana de Juan Carlos y otros familiares y amigos “construimos entre todos” la baldosa que se colocará en la puerta del Banco Nación sucursal Morón el viernes 24 de septiembre 2010 a las 16 hs. en donde los únicos oradores serán los familiares y amigos.
Participativo, inclusivo y cargado de emociones fue el momento en que vimos terminado el trabajo, esperando el día en el que finalmente el nombre de nuestro compañero quede eternizado a la entrada de la sucursal: viernes 24 de septiembre a las 16 hs.

Palabras de Fredy Bosch al descubrir la baldosa el 24-09-2010

Es una sensación extraña hablar de alguien que por edad y cronología de vida tendría que estar de pie al lado nuestro y no en el pensamiento y corazón de todos nosotros.
Recordar al Ñato Pellegrini es recordar a un niño con cuerpo de hombre, sano, inocente. Su diccionario no conocía la palabra maldad. Buen compañero, conciliador, un atropellado de la vida, siempre un paso adelante de sus pensamientos. Pocos años de compañero pero muy intensos.
La vida, el destino o como se llame no nos dio la oportunidad de ser amigos porque la amistad se desarrolla y crece con el tiempo y no nos dieron esa posibilidad. Es una verdad inalterable que se valora lo que tenemos al lado cuando dejamos de tenerlo.
Compañero de salidas, pedía ayuda cuando a su novia no la dejaban salir sola y allá íbamos: bowling de Merlo, Pinar de Rocha y tantos otros lugares que conocieron su alegría y don de gente.
El Ñato no fue un maestro, pero en lo personal me dejó una profunda enseñanza que me obliga por deseo y necesidad a participar en este acto y compartirlo con ustedes.
Hacía tiempo que había dejado de venir a trabajar y nadie sabia de él. Un domingo me invitan a pasar un día de campo cerca de Marcos Paz en el predio de un sindicato. Cuando va entrando nuestro grupo, a unos 15 metros a la izquierda veo al Ñato, cuando él se da cuenta de mi intención de acercarme me mira a los ojos y siento claramente que me envía un mensaje y, suave pero firme, fue girando su cuerpo y me dio la espalda. Confuso y dolido seguí caminando con mi grupo. Nunca más lo vi, trate de buscarlo más tarde pero fue inútil, ya no estaba.
Pasaron los años y tomamos conciencia de que fuimos partícipes y testigos de uno de los tramos más negros de la historia de nuestro país.
Por eso, en mí se agiganta esa mirada del Ñato y comprendí el mandato: viví y recordame. Por eso aquí estoy y estaré siempre.