Hermanos de sangre

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Página 12- 01-10-2015

Por Marcelo Justo

Desde Londres

“En Europa se me abrió otra puerta.” Delia Giovanola es una de las 12 fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, tiene 89 años y todavía busca a su nieto Martín. En la Embajada argentina en Londres y con la ayuda de Hijos en Barcelona está presentando el documental Hermanos de Sangre y lanzando una campaña de spots publicitarios en varios idiomas para estimular la búsqueda. “El anteúltimo nieto recuperado fue Ana Libertad y apareció en Europa. Hay que pensar que esos nietos son hoy adultos que vivieron las peripecias de muchos argentinos y que, como tantos otros, pueden haber emigrado. Este viaje y esta oportunidad salieron de casualidad. Por eso tengo mucha ilusión”, señaló a Página/12 durante la presentación del documental en la embajada argentina.

Las Abuelas recuperaron 117 nietos: entre los más de 350 que todavía buscan se encuentra Martín. “Buscando a mi nieto, perdí a mi nieta que se suicidó en 2011 en medio de una fuerte depresión. Mi hijo, Jorge Oscar Ogando era hijo único. Ahora sólo tengo a mis dos bisnietos y a Martín en algún lugar del planeta. Quiero encontrarlo y decirle que su hermana lo adoraba y que nunca dejó de buscarlo”, le comenta a Página/12.

En el documental de Fabián Vittola, Hermanos de Sangre, Giovanola y su nieta, Virgina Ogando, son el hilo central narrativo de una historia que comenzó el 16 de octubre de 1976 con el secuestro de Jorge Oscar Ogando, empleado del banco provincia de Buenos Aires, y Stella Maris Montesano, abogada laboral. “Que yo supiera no tenían ningún tipo de militancia. No lo sé. Casi hubiera preferido que sí la tuvieran. En casa éramos radicales, pero no se hablaba de política”, recuerda Giovanola.

La búsqueda permitió una siempre incompleta reconstrucción de los hechos que apunta a esa subcategoría de los desaparecidos por asociación o, como se decía en los 70, “por haber estado en la libreta de teléfono equivocada”. El primo de Jorge, Emilio Horacio Ogando, estudiante de medicina, tenía un compañero de facultad, Edgardo Miguel Angel Andreu, “Bigo”, hijo de un marino que residía por entonces en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca. Andreu tenía que hacer la conscripción y como no quería que su esposa se quedara en la pensión de estudiantes de La Plata, le pidió si la podían alojar. “Así terminó en la casa de mi hijo y mi nuera que para ese entonces ya tenían a Virginia. El 5 de octubre, un día que está de vuelta de la colimba, Bigo Andreu, sale a buscar departamento y no vuelve a aparecer.”

Jorge Ogando consultó con un primo de su esposa que trabajaba en la policía, Miguel Sapesone, quien le recomendó que hiciera la denuncia en una dependencia policial donde mucho después supieron que funcionaba la temible Dirección de Inteligencia de la Policía Provincial (Dipba). “Fue a la comisaría y contó todo de punta a punta. En la policía le dijeron que no se preocupara, que ‘Bigo’ era un cabecilla muy conocido y que lo habían arrestado.” El 15 de octubre secuestraron al primo de Jorge. El 16 a Jorge y su esposa. En febrero de 1977 Giovanola se convirtió en una de las 12 fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.

Virginia, su nieta, la hermana de Martín, la acompañó en las primeras rondas en plaza de Mayo, pero, como cuenta en Hermanos de sangre, “era muy chica y me la pasaba jugando con las palomas”. Ver el testimonio y la búsqueda de Virginia en el documental es, a la luz de su suicidio, doblemente desgarrador. “Mi hermano fue una persona concebida con amor, querido por la familia y que la realidad le hizo vivir otra historia. La consecuencia de la dictadura fue que Martín no tuviese una crianza como la mía y no pudiéramos compartir”, dice Virginia buscando palabras para narrar una experiencia que, más de una vez, debió resultarle un abismo insondable.

Virginia empezó la búsqueda de Martín en la adolescencia. “Ella pertenecía a la agrupación hijos en La Plata y en Hermanos. Hizo todo lo posible. Le escribió cartas a su hermano que están en Facebook y que forman parte de un documental. Leyéndolas uno se da cuenta de que tenía mucha necesidad de su hermano. Días antes de su suicidio, me dijo que tenía miedo. Y yo le pregunté, ¿miedo de qué? Miedo de mí misma”, rememora Giovanola. El 16 de agosto de 2011 Virginia Ogando se suicidó arrojándose del piso 20 de un edificio de La Plata.

En la Embajada argentina la proyección del documental dejó una mezcla de silencio, tristeza y desasosiego entre los alrededor de 70 espectadores, entre los que se contaban los embajadores de México, Chile, Ecuador y Venezuela, organizaciones de derechos humanos, artistas, profesionales y periodistas. La embajadora Alicia Castro agradeció la presencia de Giovanola y señaló que la sociedad argentina sólo terminó de perder el miedo con la rebelión social de 2001. El agregado de defensa Comodoro Guillermo Garcés le dijo que sentía “vergüenza ajena” por lo que le había sucedido.

Con toda su historia a cuestas, con admirable entereza y dignidad Giovanola eligió un mensaje de esperanza. “Venía a Europa porque a mi edad era quizá la última oportunidad de hacer el viaje. No se me ocurrió que Europa pudiera ser una puerta para encontrar a Martín. Quizá, por eso mismo, porque esta posibilidad salió sin buscarlo, por mi hijo, por mi nuera y por mi nieta, tengo esperanzas de que Martín se convierta pronto en un nuevo nieto recuperado.”

Ogando